viernes, 9 de septiembre de 2022
Funciones indelegables y responsabilidades irrenunciables
Un principio importante, una regla inamovible y seria!
S. Mateo 23:23
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
Parece que encontramos, en ocaciones, excusas para no cumplir con nuestros deberes, hallamos razones para delegar en otros nuestra función; nos decimos (y lo creemos), no puedo responder pero tengo una razón de peso, o justo debo hacer otra cosa que es muy importante! no tengo la posibilidad de hacerlo, pero es porque me pasó algo grave o, justo estoy haciendo algo que es imprescindible!
Pero el pasaje elegido marca un principio, “esto es necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”. Básicamente, dice: puede que tengas otro compromiso, o hayas asumido otras responsabilidades, pero no te da el derecho de dejar de cumplir con las funciones que son propias de nuestra vida o posición, o no responder a las responsabilidades que son los deberes de esas funciones!
En nuestra vida debe manifestarse la confiabilidad, no en algunas áreas particulares, no podemos asumir que hay áreas prioritarias y por ello, al resto puedo no responderle, y creer que tengo justificación. Debe mostrarse en nuestra vida en general, completa. Nuestra palabra debe ser un documento, y aquello de lo que soy responsable o los deberes que me competen, son dignas de mi cumplimiento no de mis excusas!
Debemos definir cuáles son nuestras funciones indelegables y cuáles nuestras responsabilidades irrenunciables y convertirlas en impostergables, sin posibilidades de faltarles, si excusas. Esa es tu esencia, ahí se muestra tu integridad.
Sos padre/madre, esposo/a, hijo/a, empleado, pastor/a, líder, maestro/a, etc. No podes delegar esa función, ni enunciar a las responsabilidades que ellas implican, no hay excusa.
• No podes decir no pude cocinar, porque estaba consolidando, ni no pude venir a la consolidación pactada, porque debía cocinar. Ambas son tus responsabilidades y son irrenunciables.
• No podes dejarle a tus hijos de manera permanente a sus tíos, abuelos, algún vecino, porque tenes que ministrar. Ni podes excusarte, diciendo bueno háblalo con tal persona porque yo no puedo, no tengo con quien dejar a mis hijos. La función es indelegable.
• No podes no tener tiempo para tu esposo/a o hijos/as, afirmando que tus actividades ministeriales son muchas e importantes, ni tampoco abandonar tus actividades, por responder a los compromisos de familia. Ambos son prioritarios.
• No podes no asistir al trabajo o pedir siempre permiso argumentando qué hay que consolidar, o te pidieron de la iglesia algo y por eso fallar en lo laboral; es tiempo pagado, ese tiempo es de quien nos paga, entonces no podemos dejar de responder. Yo soy el empleado, debo cumplir, hay tiempos y debo administrarlos.
• Es imposible que se sientan por vos “abandonados” en tu hogar, debido a estar consumido por compromisos, ni dejar tu liderazgo, célula o pastorado, por qué queres tiempo para la familia. Administra tu tiempo, hacé esto… y aquello también! ambas son imprescindibles.
Tampoco puedo excusarme por aquello que puede ser un inconveniente o problema.
• No podes no cocinar en tu casa, y excusarte en me pelee con mi esposo! Ni por esa misma causa no hacer tu reunión de G12, predicar o hacer tu célula, es tu función de madre, líder o maestra y es indelegable, vos sos la madre, líder o maestra, y no podes renunciar a tu responsabilidad. Esos niños solo tienen una madre, esos discípulos, te tienen a vos como maestra o líder. Incluso ese hombre con el que podes haber discutido, aún te tiene como esposa. No se delega ni se renuncia.
• No te avala que te hayas separado, y que tengas una mala relación con el o ella, o que tu actual pareja le incomode, para olvidarte de tus hijos, no ser parte de sus vidas o responsabilizarte de su bienestar. Nada te excusa, sos padre/madre y eso nada ni nadie puede cambiarlo, lo serás siempre. Y nada te excusa.
• No podemos pretender que algo nos justifica, y entonces solo ser olvidadizos con nuestros compromisos. Dejar de cumplir por estar enojados o heridos, sentir que la angustia o depresión que provocan los inconvenientes, avala el dejar nuestros deberes u omitir nuestras responsabilidades, jamás! nada te otorga el derecho para delegar o renunciar.
Tus hijos, tu pareja, tus padres, tus discípulos, tu iglesia, te tienen como referencia, esas posiciones te atribuyeron compromisos, y no podes faltarles a ellos. No hay excusas.
Nos definimos en ocaciones como puntuales en nuestro trabajo, pero no podemos llegar a tiempo en nuestros compromisos eclesiásticos, reuniones, células, consolidaciones.
Nos decimos grandes empleados, por no faltar a nuestros empleos y por ser eficientes en nuestras labores, pero somos lo opuesto en nuestros ministerios, puedo hacer esto, dejando lo otro?
No asumas más de lo que podes cumplir, y aquello que ya es tu compromiso, cumplilo!
Tantas veces creemos que un mal momento nos da una razón o excusa! una crisis o enojo (queremos estar solos), tristeza (solo se quiere llorar), emoción (felices porque se nos dan las cosas queriendo disfrutar), depresión (no tenemos ánimo de nada), no importa que estado, situación o circunstancia estemos atravesando, no podemos renunciar, delegar, ni hacernos los olvidadizos. Solo el honrar nuestra palabra, dignificando nuestra función nos hace respetables. Eso nos da el respeto de aquellos que tienen el poder de hacernos sentir enormes o insignificantes. Los cercanos, afectos, familia, personas en las que influimos en algún momento.
función
Actividad particular que realiza una persona o una cosa dentro de un sistema de elementos, personas, relaciones, etc., con un fin determinado.
responsabilidad
Obligación de la que una persona debe responder.
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