lunes, 12 de septiembre de 2022

Sus promesas no son probabilidades, son certezas

Josué 1:3 Yo os 1he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que 2pisare la planta de vuestro pie. • Analicemos algo asombroso, un juego de verbos, que le da revelación e importancia a esta palabra, y nos obliga a la acción. Solo para conocimiento del maestro 1 este verbo es pretérito perfecto, básicamente un pasado reciente, dice entonces “yo ya les entregué”. 2 este verbo es en futuro imperfecto, que indica el hecho como no acabado, Se llama imperfecto porque no indica si la acción o estado va a completarse o concluirse. Querría decir algo así como “si lo llegas a pisar”. Básicamente podríamos parafrasearlo como: yo ya les entregué (está hecho), todo aquello que te atrevas a pisar (depende de tu acción). Aquí podemos ver qué hay una promesa que asegura el resultado, pero a su vez lo condiciona a la acción de los destinatarios de esa promesa! Éste es el recordatorio del juramento hecho por Dios, de la promesa inmutable hecha a su pueblo! Deuteronomio 1:8 Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a su descendencia después de ellos. Vemos aquí, cómo las promesas, no son probabilidades, sino realidades que se deben ir a buscar; nada puede impedir su cumplimiento, ya fueron realizadas por Dios, ya está determinado, y aunque no se vieran aún en lo natural, son una realidad! sólo condicionada por nuestra fe, esa que se manifiesta cuando nos lanzamos seguros a la concreción de lo que reconocemos nos espera. Tenemos demasiados conocedores de promesas, muchos grandes proclamadores, constantes recitadores de lo que Dios va a hacer, personas que motivan e impulsan a quienes los oyen con promesas increíbles que tienen el poder de generar expectativa y hacernos soñar en grande. Pero a pesar de esto, suele quedar en nosotros la sensación de qué pueden ocurrirnos cosas increíbles, que podemos alcanzar cosas asombrosas, pero siempre como una posibilidad, quizá muy probable, pero aún así, como una probabilidad; cuando en realidad las promesas divinas no son probabilidades, son certezas, no es algo que puede ocurrir, sino algo ya ocurrido, solo que no visto aún, por mi incapacidad de entender esta verdad! Cuando comprendemos que las promesas son realidades esperando por nosotros, y que nuestra accion las dispara, permitiendo su concreción visible y material, es cuando dejamos de recitar y solo predicar de sus promesas, y nos ponemos en marcha, para alcanzarlas, para verlas y vivirlas! Solo entonces dejamos de decir: mi célula va a llenarse, y salimos a buscar a quienes la han de llenar; dejamos de decir: Dios está conmigo y me va a respaldar, para atrevernos a los desafíos que El ha puesto en nuestro corazón; dejamos solo de proclamar: seré un gran líder, y comenzamos a desarrollar nuestro liderazgo; dejamos de contarle a todos que la prosperidad es una promesa para mi, para ir a emprender aquellas actividades que me bendecirán materialmente. Todas sus promesas, tienen este principio, ya nos han sido entregadas, pero también tienen ese disparador, están condicionadas por lo que me atreva a ir a buscar! Es tiempo que salgamos por cada promesa, que dejemos de esperar que se cumplan, como si fueran de auto cumplimiento, no… no es así! Ya es nuestro todo aquello que vayamos a conquistar. No te quedes cómodo a la espera, salí por tus sueños, que son sus promesas para tu vida, y ya están realizados, solo debes ir en busca de ellos. Añadirle a tu fe la obra, y salí a ser protagonista de las conquistas preparadas para vos!

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