sábado, 10 de diciembre de 2022
No te des por vencido
En él libro sagrado de la vida, la Biblia, hay historias de hombres y mujeres muy valientes. Dios escogió a estas personas para que sus vivencias, sirvan para testimonio y ejemplo, a todas las generaciones. Esos hombres y mujeres muy valientes, que vivieron cosas que no fueron agradables, nunca se dieron por vencidos.
Estas historias escritas de hombres y mujeres muy valientes que fueron victoriosos, se escribieron, solamente para dar honra, gloria y poder al que está sentado en el trono y al cordero. ¡Amén!
Si nos ponemos a ver en la palabra, hay muchas historias que podemos utilizar como testimonio, de personas que no se han dado por vencidas ante las adversidades. En esta ocasión, elegí una de muchas buenas historias. Es la valiente historia del joven David, contra el gigante Goliat, del ejercito de los filisteos.
1S.16:40 tomó su bastón, escogió cinco piedras lisas del arroyo, las metió en la bolsa que traía consigo y, con su honda en la mano, se enfrentó con el filisteo.
1S.16:41 El filisteo, a su vez, se acercaba poco a poco a David. Delante de él iba su ayudante.
1S.16:42 Cuando el filisteo miró a David, y vio que era joven, de piel sonrosada y bien parecido, no lo tomó en serio,
1S.16:43 sino que le dijo: —¿Acaso soy un perro, para que vengas a atacarme con palos? Y en seguida maldijo a David en nombre de su dios.
1S.16:44 Además le dijo: —¡Ven aquí, que voy a dar tu carne como alimento a las aves del cielo y a las fieras!
1S.16:45 David le contestó: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que tú has desafiado.
1S.16:46 Ahora el Señor te entregará en mis manos, y hoy mismo te mataré y te cortaré la cabeza, y los cadáveres del ejército filisteo se los daré a las aves del cielo y a las fieras. Así todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel;
1S.16:47 todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni con lanza. Esta batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.
1S.16:48 El filisteo se levantó y salió al encuentro de David, quien, a su vez, rápidamente se dispuso a hacer frente al filisteo:
1S.16:49 metió su mano en la bolsa, sacó una piedra y, arrojándola con la honda contra el filisteo, lo hirió en la frente. Con la piedra clavada en la frente, el filisteo cayó de cara al suelo.
1S.16:50 Así fue como David venció al filisteo. Con solo una honda y una piedra, David lo hirió de muerte. Y como no llevaba espada,
1S.16:51 corrió a ponerse al lado del filisteo y, apoderándose de su espada, la desenvainó y con ella lo remató. Después de esto, le cortó la cabeza. Cuando los filisteos vieron muerto a su mejor guerrero, salieron huyendo
David, no era un guerrero, era un pastor de ovejas, sin experiencia en la batalla y de escasa altura. Él solo iba de paso por el lugar y no dudó en enfrentar al gigante que, con gritos y amenazas, llenaba de temor a todo un ejército. Esto nos enseña que por más grande que sea nuestro problema, cuando Dios está con nosotros, no habrá gigante que no pueda ser vencido, recordemos que para Dios no hay nada imposible porque Jesucristo, venció al mundo.
Jn.16:33 Les digo todo esto para que encuentren paz en su unión conmigo. En el mundo, ustedes habrán de sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.
Con esto que nos enseña Jesús, encontramos el aliento que necesitamos cuando estamos desalentados, con temor, sin saber qué decisión es la más acertada para solucionar un problema que angustia nuestro ánimo. Tengamos valor, porque sí, vamos a tener sufrimiento en nuestra vida, pero nos asegura que vamos a encontrar la paz en la unión con Él.
No vamos a tener que preocuparnos porque somos más que vencedores Ro.8:32 Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas?
Ro.8:33 ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos.
Ro.8:34 ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros.
Ro.8:35 ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?
Ro.8:36 Como dice la Escritura: «Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.»
Ro.8:37 Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Ro.8:38 Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro,
Ro.8:39 ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!
Cuando elegimos el camino e ir junto al que murió y sacrificó su vida por todos nosotros, y al tercer día resucitó para que podamos vivir eternamente con Él y su Padre. Ese es, Jesús, el que ruega hoy por nosotros, el que nos amó, y hace que no nos demos por vencido, sino que, salgamos siendo más que vencedores, en todo.
Gracias. Hasta la semana próxima.
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