domingo, 5 de febrero de 2023

Las excusas agravan la falta e impiden el obrar divino

2 Samuel‬ ‭12:13‬‬‬‬‬‬ Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. ‭‭‬‬‬‬‬‬‬‬‬‬ Los seres humanos estamos acostumbrados a no asumir culpas, a creer que si nos excusamos, señalando a otro como culpable, lograremos pasar por inocentes, olvidando que Dios es justo, y nadie podrá burlar esa justicia. Tenemos tantos ejemplos y tan grandes en La Palabra, pero solo recordaremos dos, sumamente vergonzosos: • Dios confronta a Adán, y él instantáneamente dice, fue la mujer que tú me diste, queriendo excusarse culpando a la mujer directamente, e indirectamente a Dios! La mujer se excusa, diciendo “fue la serpiente”. Y aunque intentaron evadir su responsabilidad, sufrieron las consecuencias, sin atenuantes, sin ningún tipo de consideración en particular, ya que no hubo en ningún momento reconocimiento, que es el primer paso al arrepentimiento. (Gn. 3:8/19) • Samuel en nombre de Dios, confronta a Saúl diciéndole: tenías órdenes precisas, y yo veo que no cumpliste! Saúl se excusa, y culpa al pueblo! Dice ellos querían algo distinto y que parecía mejor que lo mandado por Dios, por eso lo hice! Y Samuel le responde con absoluta dureza, lo que Dios espera es obediencia, no te dijo que analizarás, sino que hicieras! Y aunque después de esas palabras, al sentirse expuesto, el parece querer aceptar su error, ya es tarde, cuando debía, para demostrar que había reconocimiento, no lo hizo, y perdió su lugar de honor, sin poder recuperarlo. (1º Sa.15:15/23) En estos dos ejemplos, vemos simbolizado al actuar de la mayoría, siempre intentando encontrar la excusa, para no reconocernos culpables. Y por ello, no respaldados, ni con la gracia divina para salir del equívoco y vencer nuestros errores, faltas o pecados. El pasaje escogido nos muestra a un hombre increíble, él es un escogido, hombre reconocido por victorias y conquistas, por su relación con Dios, su liderazgo y corazón descripto con características agradables a Dios. Un rey, cuyo poder era enorme, y en una época donde se les permitía casi todo; tenían autoridad y poder para hacer cuanto quisieran, salvo aquello que Dios indicara como no admitido. El hace con la libertad que su lugar le permite, no olvidemos que son tiempos donde se mata a enemigos, se le admite tener esposas y concubinas, un tiempo donde aún pareciera se le admiten muchas de las acciones catalogadas de maldad y pecado. David peca, casi sin notar la gravedad de su acción, y cuando Natan, usando de una parábola, se lo hace notar, de forma instantánea el dice “Pequé”, no intenta disminuir su culpa con alguna excusa, solo admite ser culpable sin atenuantes… el le dice a quien Dios ha enviado, es verdad, he pecado, y el Salmo 51 nos narra su sentimiento de reconocimiento, de dolor, de pedido de perdón y búsqueda de la gracia para cambiar y tener una nueva oportunidad. No por tener la actitud correcta, evita las consecuencias, porque eso es lo que debemos entender, la justicia divina, exige que cada siembra obtenga su cosecha, pero si consigue el perdón, alcanza la nueva oportunidad y su correcta postura ante Dios, le permite la gracia para poder salir y vencer su debilidad, la Biblia dice que no muere (aquí naturalmente, hoy lo hacemos espiritualmente), sino que Dios le da su oportunidad, y vemos como puede corregir esa debilidad, ya que no lo vemos caer luego en el mismo error, y aunque hubo consecuencias; acepta la culpa y el castigo, pero recibe misericordia, como regalo de parte de Dios, mostrando el resultado de no excusarse, de reconocer, aceptar y desear cambiar, por amor a Dios y a quiénes lastimamos. Debemos dejar de excusarnos o hacernos los desentendidos o inocentes, tenemos la obligación de ser responsables y hacernos cargo de nuestros errores, fallas o pecados; no le busques excusas a lo que has hecho mal, a tus malas actitudes o conducta; reconócelo cuando te lo muestran, acepta tu culpa, pedí perdón y Dios se pondrá de tu lado, para honrarte con la fuerza y gracia para vencer tu debilidad, actitud incorrecta o hábito nocivo, a fin de que luego, no solo tengas una oportunidad para volver a intentar, sino la tengas con la posibilidad de hacerlo sin este error, sin esa forma dañina que lastima a quienes amamos, y sobre todo nuestra relación con Dios. Debemos algún día, preguntarnos ¿si queremos ser mejores o solo aparentarlo? Porque para serlo deberemos cambiar, y no se cambia lo que no se reconoce o admite; como en las adicciones, que para cambiar, el primer paso es aceptar que somos adictos, así pasa en la vida. Si queres seguir creyéndote bueno/a o mejor que el otro, seguí creyéndolo, pero no olvides que la gente se cansa de nuestros errores nunca admitidos, y hasta Dios tiene un límite con nuestra terquedad (Gn. 6:3). Las consecuencias nos gritan que estamos mal, pero nuestro ego y soberbia, sigue empujando para mostrarnos inocentes… así se nos pasa la vida, sin mejorar nuestras relaciones, sin los logros prometidos, y a veces perdiendo cosas invaluables, que luego duelen y mucho! Solo pensemos, vale más tu ego, que el amor que te tienen quienes están cerca, lo vale más que tu relación con Dios? Esa es una respuesta que puede cambiar tu forma de confrontar tus errores o pecados; ¿vivirás excusándote o aceptarás, y buscarás en Dios las fuerzas para cambiar? Porque si esto último es lo que elegis, te aseguro, que lejos de no amarte por tener errores, te amarán más, por ser primeramente humilde y honesto, y Dios estará de tu lado, para producir en vos, “el hacer”, que cambies y seas una mejor versión cada día. Nadie es fuerte por su propia fuerza, Nadia cambia solo, nadie puede sin Dios (1º Sa. 2:9) y el obra, luego de nuestro reconocimiento y posterior arrepentimiento.

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