domingo, 6 de agosto de 2023

Peniel

Gn.32:24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Gn.32:25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Gn.32:26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Gn.32:27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Gn.32:28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Cuántas veces hemos creído y pensado que nos quedamos solos. Dios, no nos habla, no nos escucha, su presencia no se siente. Pero, es porque nos encontramos en una batalla muy fuerte. Una batalla entre nuestro espíritu y las cosas que no pertenecen al agrado de Dios. Algunos, que no tienen la fortaleza de Jacob, que se entregan a la debilidad y eso trae confusión, y también mucha duda. Empiezan sin cesar los cuestionamientos, y es allí (si no se está afirmado sobre la solidez de la roca) cuando esa lucha se pierde. La derrota es inevitable. Está ahí. Ha llegado entonces el momento que decidimos no seguir hasta las últimas consecuencias, no importa cuál sea el sentido de Dios en nuestra vida. No imitamos a Jacob, que no le importó nada, ni el poder de su oponente le hizo pensar, en que podía perder la batalla. Él no sabía con quién peleaba, como tampoco nosotros, a veces, no sabemos con quién peleamos en él espíritu. Pero este lo único que quería era ganar, y más allá que salió mal herido, su valentía y su perseverancia fue tan fuerte, que a Dios no le quedó otra cosa, más que darle la bendición y decirle que había vencido. Que hermoso es cuando vencemos en la batalla, porque no es nada fácil. El Espíritu Santo, está ahí, no se involucra. Nosotros mismos debemos vencer y sacar de una vez por todas, esos deseos carnales que es contra el Espíritu. Gn.32:29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Gn.32:30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Cuantas veces seguramente, hemos visitado este lugar llamado Peniel (nuestro Peniel, un Peniel propio, que esta palabra significa en hebreo “cara de Dios”). Obviamente que hemos visto a Dios cara a cara ¡No dudes de esto! Te doy un ejemplo; discutiste con tu pareja por algo que no hiciste bien. Él o ella, te dijo la razón justa por la cual sucedió eso, sin juicio ni mal intención sino con amor, y tenía razón. O cuando vas a hacer algo y tu pareja te advierte, que no lo hagas, y hacemos igual, y finalmente sale como nos había advertido. Eso es ver a Dios, cara a cara, y es librada tu alma. Gn.32:31 Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. Una vez transcurrida y pasada la batalla. Esa lucha, o mejor, la podemos llamar prueba porque debemos confrontar con la vieja naturaleza para poner a Dios en primer lugar. Ahí es cuando viene la luz, esa luz es Cristo. “Le salió el sol” dice, es cuando se aclaró cosas que venían siendo oscuras en nuestra vida espiritual. Cuando te sientas en una lucha espiritual, no te des por vencido fácilmente, persevera en el Espíritu. Jacob uso todas sus fuerzas y fue valiente para salir victorioso y así recibir la bendición y ver a Dios, cara a cara. Gracias. Hasta la próxima.

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