sábado, 30 de septiembre de 2023
No huyamos de la presencia de Dios
Algunas veces, me cuestiono ¿porque es difícil para algunas personas el camino en Dios o la vida con Dios?
En verdad el camino en Dios o la vida con Dios es muy fácil. El que hace difícil ese camino somos nosotros mismos. Porque nos cuesta dejar algunas cuestiones que van en contra a la voluntad de Dios, cosas que no agradan a Él, pero a nosotros sí. La práctica del pecado no es agradable para nuestro Señor, sin embargo, sabiendo y entendiendo esto lo consumamos de todas maneras. Una vez que conocemos a Dios en verdad, estas cosas ya cuestan menos que pasen.
De todas maneras, hubo personas que permanecieron mucho tiempo en el camino del Señor, incluso ocuparon lugares de privilegios dentro de un ministerio, y por diversas causas o pruebas en la vida espiritual, deciden volver al lugar donde una vez Él le sacó. Esto no debería suceder cuando una persona tiene afirmada su vida en la presencia tan divina de Jesucristo, pero, sucede igual.
Aunque es el individuo por decisión particular, toma la determinación de apartar su vida de la presencia de Dios, esta toma un giro importante (que al comienzo no se percibe) pero el alma humana de a poco empieza a contristarse, el desánimo toma poder, la paz y la felicidad dejan de estar presentes. Se podría comparar como cuando perdemos a un ser amado, que queda un vacío, hay una sensación constante de preocupación, de un presentimiento malo que permanece en el corazón. Así se siente cuando dejamos ir, y perdemos la presencia de Dios por medio del Espíritu Santo.
Jer.20:9 Si digo: «No pensaré más en el Señor, no volveré a hablar en su nombre», entonces tu palabra en mi interior se convierte en un fuego que devora, que me cala hasta los huesos. Trato de contenerla, pero no puedo.
El profeta intentó negar a Dios y no pudo. “No pensaré más en el Señor, no volveré a hablar en su nombre”, con ésta declaración se puede interpretar que hay una lucha interna, en donde la causa es de origen externo, pero la consecuencia impacta en lo interno, o sea en lo espiritual. A veces, aunque intentemos resistir, nuestras emociones y pensamientos pueden ser abrumadores. La frase “en un fuego que devora, que me cala hasta los huesos”, es poderosa y evocadora. Puede representar la fuerza y la pasión con la que la palabra del Señor puede afectarnos.
La fe y la espiritualidad son aspectos fundamentales de nuestro ser y que no pueden ser ignorados.
Jehová como un Dios todopoderoso pero muy respetuoso de nuestras decisiones, en el momento de la decisión de “no pensar más y en no volver a hablar más de Él”, no interviene (en ese momento). Su eternidad y su sabiduría lo hace paciente, porque sabe que esto no va a quedar así, que la última decisión le corresponde a Él. ¡Adónde huiremos de su presencia!
Sal.139:7 ¿A dónde podría ir, lejos de tu Espíritu? ¿A dónde huiría, lejos de tu presencia? Sal.139:8 Si yo subiera a las alturas de los cielos, allí estás tú; y si bajara a las profundidades de la tierra, también estás allí; Sal.139:9 si levantara el vuelo hacia el oriente, o habitara en los límites del mar occidental, Sal.139:10 aun allí me alcanzaría tu mano; ¡tu mano derecha no me soltaría! Sal.139:11 Si pensara esconderme en la oscuridad, o que se convirtiera en noche la luz que me rodea,Sal.139:12 la oscuridad no me ocultaría de ti, y la noche sería tan brillante como el día. ¡La oscuridad y la luz son lo mismo para ti!Sal.139:13 Tú fuiste quien formó todo mi cuerpo; tú me formaste en el vientre de mi madre.
Reflexiono en los Salmos y pienso que todo lo que David escribió en este libro, es una descripción de lo que él hizo en su vida y no le salía bien, y volvía a Dios. Podemos comprender en estos versos, que Dios, no puede ser engañado. El ser humano cree en su ignorante o altanero pensamiento, en que vamos a poder disuadir la voluntad de Dios.
No huyamos de la presencia de Dios. No creamos que cuando estamos bajo su protección y nos va bien, seguirá siendo todo igual si decidimos alejarnos. Nada volverá a ser igual, nos espera una vida en total desamparo. No digamos me tomaré un tiempo y después volveré. Tengamos en cuenta que el tiempo no es nuestro, es de Dios. Qué sabemos si en ese tiempo lejos, la tragedia llega vestida de enfermedad o quien sabe de qué forma y ya no podemos volver a estar bajo la protección de sus alas. No abusemos de su misericordia, el tiempo de la segunda venida de Cristo está muy cerca.
Recuerda que siempre puedes buscar apoyo y orientación en tu comunidad religiosa o en personas de confianza. Ellos pueden ayudarte a reflexionar sobre tus sentimientos y a encontrar una manera de reconciliar tus pensamientos y emociones con Dios.
Gracias. Hasta la próxima.
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