miércoles, 4 de enero de 2023
OIGÁMOS MAS
Santiago 1:19
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;
Hay algunas cualidades que como cristianos debemos poseer, no es opcional en nosotros, ya que nuestra vida está en constante observación(He. 12:1), y por lo tanto, indefectiblemente influyente; ya sea para bien, por nuestros aciertos, o para mal, con nuestros equívocos; debemos recordar que somos ejemplo siempre, nos guste o no, lo somos! y esa es una responsabilidad que no debemos descuidar.
De estas cualidades, hay algunas que resaltan: nuestra capacidad de sostener relaciones fuertes y sanas (de pareja, con los hijos, de amistad, compañerismo, etc); nuestra comprensión para con el otro (lo que nos da empatía) y una tercera que es la capacidad de tener las palabras adecuadas para influir en quienes nos buscan o afectamos (consejos, motivación, consuelo, corrección, etc).
Estas cualidades de los cristianos, se manifiestan en la interacción cotidiana, a través de la comunicación con quienes nos rodean. En ésto debemos trabajar este año, ya que como seres humanos, tenemos la costumbre de defender nuestras supuestas verdades, como si fueran la verdad absoluta!; emitir juicios apresurados y permitirnos prejuicios, mucho antes de obtener los elementos necesarios para un correcto análisis!; y responder, aconsejar o decir, sin permitir que el otro se desahogue, y pueda volcarnos todo su sentir, con sus propias palabras, exponiendo lo que sienten como “su realidad”.
Los seres humanos, no podemos vivir en permanente conflicto con familia, amigos, compañeros de trabajo, etc., eso es vivir infelices; somos seres sociales y nuestra interacción nos retroalimenta. Como cristianos, no podemos permitirnos barreras que nos impidan acercarnos a quienes necesitamos o amamos o les impida acercarse a aquellos que nos necesitan y aman; ni obstaculicen la posibilidad de buenas relaciones con quienes nos enriquecen, bendicen, o llenan de ese afecto indispensable para revitalizarnos a diario.
Cuantas veces no has defendido tu verdad con terquedad, sin permitir que el otro cuente como se siente con esa verdad, creyéndote el dueño de la razón?; ¿en cuantas ocaciones no te has parado con la seguridad de que el resto está equivocado? Y has emitido juicios, o te permitiste un pensamiento, sin tratar de conocer en profundidad la situación! O te mostraste insensible y sin empatía porque te hiciste una imagen con muy pocos elementos! ¿y en cuantas ocasiones no diste una respuesta o consejo, o tu opinión “autorizada”, sin dejar que el otro hable, se exprese con libertad, y haya expuesto su corazón?
Será un año que creemos será distinto, y siempre esperamos que sea la bendición de Dios la que lo vuelva así! y si bien es la verdad, lo es parcialmente, porque aunque no podemos prescindir de su obrar en nuestro favor para ser bendecidos, y disfrutar de un año en bendición; también es verdad, qué hay cosas que nos competen, y con las cuales subsanamos y construimos puentes y vinculos, que nos son indispensables y nos permiten relaciones que nos hacen tan bien, regalandonos a diario paz y felicidad!
Que sea este año, un tiempo para escuchar! darle importancia a lo que el otro siente, preocuparnos por lo que al otro le pasa; ser prontos para oír! no superficialmente, no solo para cumplir con estar, sino para tratar de “ver” los corazones, conocer lo qué pasa por ellos; para entonces hablar, pero como resultado de aquello que pudimos con humildad descubrir, quizá debamos disculparnos, cuando veamos lo que nuestra forma de ser, provoca en otros; o nos demos cuenta que no decimos lo correcto en ocasiones; quizá entendamos, después de oír con el corazón, las situaciones que ellos viven y nos conmuevan; y nos demos cuenta porque les cuesta tanto o no lo logran; quizá después de dejarles hablar, encontremos las palabras justas para el consejo, la guía apropiada para ser útiles, los conceptos que lleven consuelo y aquellos dichos sabios, que muestren nuestro amor, palabras que nunca nos muestren más grandes o mejores, sino comprensivos y motivadores!
Hay un dicho con un concepto interesante que dice: “Dios nos dio dos orejas y solo una boca, ¡para que oigamos más de lo que hablamos!” aunque parece que siempre tenemos más ganas de ser escuchados que de escuchar!
Quizá debamos proponernos este desafío, para ver cuánto puede cambiar el escuchar con atención, el atender a las palabras, captar lo implícito de los dichos de quienes nos hablan, y hacer de las verdades de otros, algo respetable! aunque no sea lo que yo piense, porque eso que piensa, es lo que produce lo que siente, y el “como” se siente! Y aunque pueda no estar en lo correcto, no debemos condenar, sino permitirnos entender, para si es necesario, aportar con amor las palabras que ayuden a la corrección y den vida!(Prov. 12:18… las palabras de los sabios son medicina)
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